En el Maestrazgo la arquitectura de piedra seca es un elemento permanente en el paisaje. Kilómetros de paredes de piedra surcan toda la comarca. La mayor parte de los muros que hoy vemos en las laderas de las montañas son para evitar los deslizamientos de la capa fértil de la tierra y crear franjas escalonadas de superficie cultivable en forma de bancales. Además, resuelven otras necesidades como almacenar la piedra procedente de despedregar los campos (actividad típica del día de Jueves Santo), separar propiedades, o impedir que el ganado entre en los cultivos.
Pero son las casetas de piedra seca las manifestaciones más singulares, particularmente las situadas en el término de la Iglesuela del Cid. Están construidas sin argamasa y cubiertas con bóveda o falsa cúpula. Se trata de edificaciones sencillas, pero de gran funcionalidad en épocas pasadas. Estaban vinculadas a formas de vida basadas en la agricultura y la ganadería, en especial la trashumante. Se cuentan más de 550 casetas en todo el término, destacando la Caseta Fernandito, la más grande, y las curiosas Caseticas del Cura, en el camino hacia la ermita de la Virgen del Cid.
Todos estos elementos constituyen un patrimonio excepcional, declarado Bien de Interés Cultural en el año 2002. La técnica de construcción también fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2018.