El Cerro de las Horcas se encuentra en un monte de carrascas en la carretera hacia Villarluengo a las afueras, pero visible desde el casco urbano. En la parte más alta se conservan dos pilares de mampostería seccionados a diferente altura. La tradición oral, en Tronchón, los asocia esto a los restos de las horcas. En las localidades vecinas de Villarluengo, Olocau y Cantavieja también hay lugares elevados con el mismo nombre. Y es que la forma de ajusticiamiento en Las Bailías para los delitos más graves era la horca.
La muerte en la horca no era ni rápida ni indolora. Se producía por asfixia o al romperse el cuello, y duraba varios minutos. Además, era muy estigmatizante para el ahorcado y su familia. El cuerpo no podía ser enterrado en terreno sagrado y se creía que su alma no tendría un lugar en el cielo.
A través de la documentación del importante Archivo Municipal de Tronchón, podemos conocer cuáles eran los conflictos y situaciones que las gentes de las Bailías debían soportar y qué combatían con esos modos de ajusticiamiento.