De la artesanía tradicional, íntimamente vinculada en sus orígenes, a las necesidades de la sociedad rural, aún perduran algunas meritorias manifestaciones en forja, talla de madera, cerámica y textil. Fueron muy populares las artesanías de esparto de La Cuba, los sombreros de pelo de conejo de Tronchón, los alfares de Montoro, Cantavieja y Tronchón y, sobre todo, el textil, extendido por toda la comarca. La artesanía textil de La Iglesuela del Cid, con mantelerías y colchas de hilo o algodón urdidas en telares tradicionales que se remontan al siglo XVIII, fue el último vestigio de la manufactura de la lana que, al amparo de su riqueza ganadera, tanto auge tuvo en el Maestrazgo en los siglos pasados. Por otro lado, la producción de los antiguos alfares se ha renovado y ha sido sustituida por una cerámica artística, creativa, con técnicas y diseños nuevos.