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Guerra civil, posguerra y maquis

Las guerras del XIX hicieron muy difícil la reestructuración de la actividad económica del Maestrazgo. Además, la crisis imposibilitó la inversión necesaria en sector textil, que hubiera permitido tomar el tren de los nuevos tiempos. Por contra, la economía fue volviéndose sobre sí misma en clave autárquica. Si bien consiguió alimentar a la importante población que residía en las tierras altas, su incorporación a las dinámicas que marcaban el siglo XX resultó un fracaso.

No obstante, eso no lo dejó al margen de las conmociones nacionales que agitaron al país durante la centuria. Durante la Guerra Civil el frente quedó establecido en las proximidades de Teruel, quedando el Maestrazgo muy cerca de los combates. En la primavera de 1938 cedió la resistencia republicana. Ese mismo año, las tropas franquistas cayeron en avalancha sobre la zona a la búsqueda de la línea del Ebro.

Acaba la guerra, pero no el conflicto

Para el Maestrazgo el fin de la guerra no terminó con el conflicto civil. En las montañas situaron sus campamentos y el ámbito de acción los guerrilleros antifranquistas que consideraban que no había lugar para una dictadura de origen fascista en la Europa que había derrotado a Hitler. Los sabotajes, represalias y acciones de propaganda de los maquis fueron contestados por las contrapartidas de la guardia civil. Esto obligó al abandono de las masías y reprimió las acciones guerrilleras con una violencia inusitada hasta el fin de las acciones a comienzos de la década de los 50.

Por aquellas fechas el avance hacia una economía agraria de tipo capitalista estaba expulsando los habitantes del campo hacia las ciudades. El Maestrazgo fue vaciándose de sus gentes, que emprendían camino hacia Cataluña o Valencia. El desarrollo minero en torno a Castellote mitigó esta sangría en la zona baja durante unos años, pero el cierre de las minas acarreó posteriormente el descenso demográfico.