La ganadería tradicional, fundamentalmente la de ovino, se ha visto obligada a efectuar ciertas adaptaciones a las condiciones bioclimáticas del medio. La más significativa es la trashumancia, practicada desde hace siglos entre las tierras altas de estas serranías, como zona de pastos estivales, y las zonas levantinas como zona de invernada. Veredas y pasos de ganados han surcado desde tiempo inmemorial estas tierras del Maestrazgo, uniendo así los territorios de Aragón, Cataluña y Valencia.
Este continuo trasiego de pastores y ganado de una zona a otra dio lugar a la creación de una extensa y organiza red de caminos, las vías pecuarias. Estas se clasificaban según su anchura en veredas, cañadas, cordeles o azagadores. Además, numerosos elementos, dignos hoy de protección, jalonaban los caminos: abrevaderos, contadores, corrales, mojones, etc. La actividad ganadera y pastoril fue la principal durante muchos siglos. Esto propició que en nuestro patrimonio cultural y arquitectónico estén todavía muy presentes sus huellas.
Frente a la idea que muchos tienen de que el Maestrazgo ha sido una zona aislada, tanto la trashumancia como el comercio de la lana de las ovejas contribuían a las relaciones con el territorio costero, abierto a las influencias venidas de allende los mares, lo cual favorecía la introducción en la zona de novedades, corrientes artísticas, modas, etc.