La arquitectura de la piedra seca es un elemento permanente en el paisaje del Maestrazgo. Este patrimonio excepcional fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 2002 en el término de la Iglesuela del Cid. Más de una década después, en 2018, la técnica de construcción fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
La situación geográfica del Maestrazgo hace que el clima sea seco y frío, con una pluviosidad escasa e irregular, y temperaturas extremas. Esto sumado a los bancos de caliza como principal constituyente geológico del terreno da como resultado un paisaje pedregoso y árido donde el cultivo parece prácticamente imposible.
“Este territorio del Maestrazgo se ha caracterizado más por su riqueza forestal que por la riqueza de sus suelos destinados a la agricultura” – Miguel Ángel Beltrán Tena
Para poder hacer los terrenos cultivables, los labradores tenían que arrancar las capas calcáreas superficiales, y remover, transportar y almacenar las piedras. La mayoría de los muros que vemos hoy en las laderas de estas montañas se construyeron para evitar deslizamientos de tierra fértil, creando así bancales de zonas cultivables. Pero también tenían otras funciones como almacenar la piedra sobrante, separar propiedades o impedir que el ganado entrase en las áreas cultivadas.
Pero sin duda, las manifestaciones más singulares son las casetas de piedra seca, destacando las del término de La Iglesuela del Cid. Estas están construidas con argamasa y cubiertas con una bóveda o falsa cúpula.
Para realizar estas estructuras, el pastor extraía las losas de piedra del lugar donde iba a construir la caseta. Marcaba el perímetro en forma de circunferencia para después levantar las paredes.
“La técnica de construcción es muy sencilla: se van colocando las losas horizontalmente hasta que la pared circular toma una altura considerable (que no suele superar los 2 metros). Una vez finalizada la pared circular y habiendo dejado un hueco que servirá de puerta comenzaba la tarea de cubrición”- Beltrán Tena
Para cerrar la caseta, se colocaban losetas más grandes de forma horizontal por aproximación de hiladas. Así quedaban unas losas superpuestas a otras aproximándose al centro para crear la cúpula. Además, para evitar cualquier hueco que pudiera quedar en ella, se añadían “cascajos” o pequeñas piedras que tapaban cualquier orificio.
No tenían un gran tamaño ya que la utilidad principal de estas era servir como refugio a los pastores en caso de tormenta o resguardarse del frío en invierno.
Aunque estas construcciones no quedaban ahí. La piedra caliza se aprovechó también para peirones, abrevaderos que servían como bebederos para los animales, señalizadores de nieve que permitían localizar el camino en caso de fuertes nevadas, neveras para acumular nieve durante el invierno, y teñadas que servían para guardar el forraje para animales o el grano de las cosechas.
Si estas interesado en conocer más sobre este patrimonio, puedes hacer la Ruta de la Piedra Seca en La Iglesuela del Cid, donde disfrutarás de esta antigua técnica de aprovechamiento de la piedra del terreno.
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