Fue lugar de paso para columnas gubernamentales y partidas carlistas desde fechas muy tempranas. Durante 1834 Carnicer fue el cabecilla que más veces hizo acto de presencia en el pueblo con partidas cuyo número oscilaba entre los doscientos y trescientos hombres armados y medio centenar de caballos pidiendo raciones de todo tipo. Ese mismo año también entraron otros jefes carlistas como Montañés, Cabrera, Espallargas y García exigiendo raciones y dinero para la tropa.
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