Fortanete

Tiempos difíciles
para la fidelidad

Esta localidad constituye un escalón intermedio en el acceso al corazón del Maestrazgo carlista. Las autoridades locales se esforzaron por mantener la fidelidad al gobierno de la reina. Al mismo tiempo, la existencia de grandes pinares en su término municipal ofreció abrigo a los principales cabecillas carlistas, como Carnicer, Quílez, Montañés, El Serrador, Forcadell o Cabrera, a lo largo de toda la guerra.

Por su parte, los generales liberales siempre contaron con apoyarse en Fortanete para realizar el asalto
de Cantavieja, de ahí que sus habitantes llegaran a ver en sus calles a oficiales isabelinos del renombre de Espartero, O’Donnell, o el Marqués de las Amarillas.

Repiques de campanas

Cuando la Expedición Real

Punto de aproximación

El infante don Alfonso

El jefe carlista Joaquín Quílez fue alcanzado por las tropas del general Soria en la parte alta de la Cuesta Blanca el 4 de agosto de 1836.

La Expedición Real realizó un largo recorrido por tierras catalanas, valencianas y aragonesas antes de dirigirse hacia Madrid, donde tenía fijado su objetivo.

La aproximación de los ejércitos liberales hasta Cantavieja se intentó la mayor parte de las veces desde Fortanete.

En la Segunda Guerra Carlista, el infante don Alfonso, hermano del pretendiente Carlos VII, fue nombrado jefe del ejército carlista del Maestrazgo.

Los heridos pudieron llegar a duras penas a Cantavieja dejando muchos muertos en el campo. Para evitar que trascendiera la noticia de la derrota, Quílez ordenó que se hiciera sonar las campanas por los pueblos en su homenaje. De este modo se transmitió la sensación de haberse impuesto sobre los liberales, «táctica antigua y ordinaria –decía El Emigrado del Maestrazgo–, y modo de sostener y reanimar el espíritu de un partido».

En julio de 1837 llegó al Maestrazgo. El grueso de las tropas de don Carlos se habían establecido en Cantavieja, La Iglesuela y Mirambel. El general liberal Espartero, aprovechando aquella pausa de los enemigos, intentó combinarse con el general Oráa para interceptar la expedición carlista. Con este objetivo se presentó en Fortanete el 30 de julio. Consiguió que las avanzadas carlistas retrocedieran, pero el gran ejército carlista, unos días después, continuó su camino hasta Madrid.

En el otoño de 1839 O’Donnell estableció en este pueblo su cuartel general para iniciar el asalto al corazón del territorio de Cabrera. La crudeza del invierno y la dificultad para conseguir raciones paralizó momentáneamente la operación.

En abril de 1840 fue Pedro Agustín Girón, marqués de las Amarillas, quien ocupó Fortanete con cinco batallones, dos escuadrones y una batería de montaña. Eran los últimos compases de la guerra, cuando las tropas liberales se preparaban para asaltar los principales bastiones del poder de Cabrera. Fortificó la localidad y trató de establecer los almacenes para el sitio de Cantavieja.

En 28 de junio de 1874 se encontraba en Fortanete cuando dio la orden al general Marco de Bello para que atacase Teruel. La acción constituyó un fracaso. En una casa de Fortanete se conserva una sala conocida como de la Infanta porque en ella se alojó su esposa, la infanta D.ª María de las Nieves de Braganza.

El sonido de las campanas era un eficaz medio de comunicación para los habitantes del campo.
El sonido de las campanas era un eficaz medio de comunicación para los habitantes del campo.
El infante don Carlos era reconocido como rey por sus partidarios y nombrado como Carlos V. La presencia del rey al frente de la Expedición le proporcionó un poderoso revulsivo en su avance hacia Madrid.
El infante don Carlos era reconocido como rey por sus partidarios y nombrado como Carlos V. La presencia del rey al frente de la Expedición le proporcionó un poderoso revulsivo en su avance hacia Madrid.
Mapa militar de Fortanete y sus inmediaciones, 1839.
Mapa militar de Fortanete y sus inmediaciones, 1839.
Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, hermano del pretendiente Carlos VII.
Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, hermano del pretendiente Carlos VII.

Repiques de campanas

El jefe carlista Joaquín Quílez fue alcanzado por las tropas del general Soria en la parte alta de la Cuesta Blanca el 4 de agosto de 1836.

Los heridos pudieron llegar a duras penas a Cantavieja dejando muchos muertos en el campo. Para evitar que trascendiera la noticia de la derrota, Quílez ordenó que se hiciera sonar las campanas por los pueblos en su homenaje. De este modo se transmitió la sensación de haberse impuesto sobre los liberales, «táctica antigua y ordinaria –decía El Emigrado del Maestrazgo–, y modo de sostener y reanimar el espíritu de un partido».

Cuando la Expedición Real

La Expedición Real realizó un largo recorrido por tierras catalanas, valencianas y aragonesas antes de dirigirse hacia Madrid, donde tenía fijado su objetivo.

En julio de 1837 llegó al Maestrazgo. El grueso de las tropas de don Carlos se habían establecido en Cantavieja, La Iglesuela y Mirambel. El general liberal Espartero, aprovechando aquella pausa de los enemigos, intentó combinarse con el general Oráa para interceptar la expedición carlista. Con este objetivo se presentó en Fortanete el 30 de julio. Consiguió que las avanzadas carlistas retrocedieran, pero el gran ejército carlista, unos días después, continuó su camino hasta Madrid.

Punto de aproximación

La aproximación de los ejércitos liberales hasta Cantavieja se intentó la mayor parte de las veces desde Fortanete.

En el otoño de 1839 O’Donnell estableció en este pueblo su cuartel general para iniciar el asalto al corazón del territorio de Cabrera. La crudeza del invierno y la dificultad para conseguir raciones paralizó momentáneamente la operación.

En abril de 1840 fue Pedro Agustín Girón, marqués de las Amarillas, quien ocupó Fortanete con cinco batallones, dos escuadrones y una batería de montaña. Eran los últimos compases de la guerra, cuando las tropas liberales se preparaban para asaltar los principales bastiones del poder de Cabrera. Fortificó la localidad y trató de establecer los almacenes para el sitio de Cantavieja.

El infante don Alfonso

En la Segunda Guerra Carlista, el infante don Alfonso, hermano del pretendiente Carlos VII, fue nombrado jefe del ejército carlista del Maestrazgo.

En 28 de junio de 1874 se encontraba en Fortanete cuando dio la orden al general Marco de Bello para que atacase Teruel. La acción constituyó un fracaso. En una casa de Fortanete se conserva una sala conocida como de la Infanta porque en ella se alojó su esposa, la infanta D.ª María de las Nieves de Braganza.