Esta localidad de calles elegantes, palacios renacentistas y aire señorial se mantuvo en la primera línea de los conflictos del siglo XIX. Geográficamente muy próxima a Cantavieja y Morella, los principales núcleos de poder carlista, fue testigo privilegiado del movimiento de los ejércitos gubernamentales y rebeldes. Durante el paso de la Expedición Real por el Maestrazgo, el pretendiente carlista estableció en ella su cuartel general. En La Iglesuela encontró el lugar sereno y pacífico alejado del bullicio de los cuarteles militares que precisaba la corte carlista.
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