Tronchón estaba demasiado cerca del corazón del Maestrazgo carlista para poder eludir el huracán de problemas que se le venía encima con el estallido de la guerra. Sin ser una fortaleza como Aliaga, ni jugar el papel de centro administrativo como Mirambel, ni un papel militar como Cantavieja, su vida estuvo igualmente marcada por la evolución del conflicto. Pequeños municipios como este tuvieron que hacer frente a enormes exigencias económicas que venían de fuera y que, muchas veces, excedían su propia capacidad de gestión.
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