Villarroya de los Pinares

Villarroya de los Pinares

Ramón Cabrera, jefe militar
del carlismo.

El ayuntamiento de Villarroya de los Pinares se mostró especialmente activo en la defensa de la legalidad gubernamental en los primeros compases de la guerra. Y eso a pesar de la presencia en sus calles de importantes jefes carlistas como Carnicer o Quílez. Pudo hacerlo mientras contó con el apoyo de columnas liberales como las del coronel Nogueras o el teniente Pedro Eced que respaldaban su posición. En 1837 pasó un importante contingente de la Expedición Real y, al año siguiente, sus vecinos fueron testigos de las operaciones de sitio de los liberales contra Morella y Cantavieja.

La junta de Villarroya

Las partidas francas

La Expedición Real

El gran fracaso de Oráa frente a Morella

Cuando Manuel Carnicer, líder del carlismo en el Maestrazgo, emprendió viaje a la corte de Don Carlos en el Norte, dejó el mando provisional de las tropas a Cabrera. Pero Quílez, otro de los jefes, que era militar y poseía mayor experiencia, no lo aceptó de buen grado.

La guerra en el Maestrazgo se fue convirtiendo en un combate confuso e incierto cuyos resultados siempre eran decepcionantes para las tropas de la reina. Los milicianos nacionales arriesgaban su vida cotidianamente en pueblos donde podían entrar sin apenas obstáculo las partidas carlistas.

El ejército carlista salido de Estella a mediados de mayo de 1837 había llegado al corazón del Maestrazgo a finales de julio. Después de algunos días reorganizándose y recuperando fuerzas en Cantavieja, Mirambel o La Iglesuela, la enorme columna del ejército rebelde, que tenía como objetivo tomar Madrid, reanudó la marcha.

En 1838 Ramón Cabrera alcanzó la cima de su poder en el Maestrazgo. La preocupación de las autoridades liberales era máxima, sobre todo, después de que el mes de marzo los carlistas del general Cabañero se pasearan por las calles de Zaragoza. Para acabar con la amenaza se organizó una gran operación militar para tomar Morella y Cantavieja.

Para resolver la cuestión Cabrera convocó una junta de jefes y oficiales en Villarroya de los Pinares el 24 de marzo de 1835. Cabrera defendió en la reunión la importancia de mantenerse unidos. El resto le apoyaron. «Nada, mi coronel usted ha de ser nuestro jefe» dijeron los presentes, confirmándole en el mando superior de las tropas carlistas del Maestrazgo.

Las escuálidas tropas gubernamentales eran manifiestamente insuficientes para sostener a las autoridades. En un intento de combatir a los carlistas con sus propias armas el gobierno se valió de partidas francas, como la de Pantaleón Boné, un antiguo carlista que volvió las armas contra sus correligionarios. En 1837, la columna de Boné alcanzó a la partida de Pedro Pérez en Villarroya y, según los partes, acabó con 13 de sus miembros.

Don Carlos y su ejército llegaron a Miravete el 8 de agosto. Se alojó en la casa del barón de Hervés y conde de Samitier. Al día siguiente reanudaron su marcha, tomándose tiempo para abandonar el territorio de Cabrera. Antes de dirigirse hacia Castilla los carlistas obtuvieron una sonada victoria en Villar de los Navarros.

Un importante contingente de tropas liberales, capitaneado por el prestigioso general Oráa, se dirigió al Maestrazgo apoyándose en pueblos como Villarroya para dar el asalto a las capitales carlistas. La operación se demoró demasiado. Faltaron los recursos y el acierto en las operaciones, hasta el punto de que todo se resolvió con un estrepitoso fracaso que sirvió para incrementar el mito de Cabrera.

Reunión de jefes carlistas presidida por Ramón Cabrera.
Reunión de jefes carlistas presidida por Ramón Cabrera.
Milicia Nacional y partidas francas fueron recursos utilizados por el bando de la reina para combatir a los carlistas sobre el terreno.
Milicia Nacional y partidas francas fueron recursos utilizados por el bando de la reina para combatir a los carlistas sobre el terreno.
La Expeción Real, con don Carlos a la cabeza, continua su camino hacia Madrid.
La Expeción Real, con don Carlos a la cabeza, continua su camino hacia Madrid.
El general navarro, Marcelino Oráa, apodado el lobo cano.
El general navarro, Marcelino Oráa, apodado el lobo cano.

La junta de Villarroya

Cuando Manuel Carnicer, líder del carlismo en el Maestrazgo, emprendió viaje a la corte de Don Carlos en el Norte, dejó el mando provisional de las tropas a Cabrera. Pero Quílez, otro de los jefes, que era militar y poseía mayor experiencia, no lo aceptó de buen grado.

Para resolver la cuestión Cabrera convocó una junta de jefes y oficiales en Villarroya de los Pinares el 24 de marzo de 1835. Cabrera defendió en la reunión la importancia de mantenerse unidos. El resto le apoyaron. «Nada, mi coronel usted ha de ser nuestro jefe» dijeron los presentes, confirmándole en el mando superior de las tropas carlistas del Maestrazgo.

Las partidas francas

La guerra en el Maestrazgo se fue convirtiendo en un combate confuso e incierto cuyos resultados siempre eran decepcionantes para las tropas de la reina. Los milicianos nacionales arriesgaban su vida cotidianamente en pueblos donde podían entrar sin apenas obstáculo las partidas carlistas.

Las escuálidas tropas gubernamentales eran manifiestamente insuficientes para sostener a las autoridades. En un intento de combatir a los carlistas con sus propias armas el gobierno se valió de partidas francas, como la de Pantaleón Boné, un antiguo carlista que volvió las armas contra sus correligionarios. En 1837, la columna de Boné alcanzó a la partida de Pedro Pérez en Villarroya y, según los partes, acabó con 13 de sus miembros.

La Expedición Real

El ejército carlista salido de Estella a mediados de mayo de 1837 había llegado al corazón del Maestrazgo a finales de julio. Después de algunos días reorganizándose y recuperando fuerzas en Cantavieja, Mirambel o La Iglesuela, la enorme columna del ejército rebelde, que tenía como objetivo tomar Madrid, reanudó la marcha.

Don Carlos y su ejército llegaron a Miravete el 8 de agosto. Se alojó en la casa del barón de Hervés y conde de Samitier. Al día siguiente reanudaron su marcha, tomándose tiempo para abandonar el territorio de Cabrera. Antes de dirigirse hacia Castilla los carlistas obtuvieron una sonada victoria en Villar de los Navarros.

El gran fracaso de Oráa frente a Morella

En 1838 Ramón Cabrera alcanzó la cima de su poder en el Maestrazgo. La preocupación de las autoridades liberales era máxima, sobre todo, después de que el mes de marzo los carlistas del general Cabañero se pasearan por las calles de Zaragoza. Para acabar con la amenaza se organizó una gran operación militar para tomar Morella y Cantavieja.

Un importante contingente de tropas liberales, capitaneado por el prestigioso general Oráa, se dirigió al Maestrazgo apoyándose en pueblos como Villarroya para dar el asalto a las capitales carlistas. La operación se demoró demasiado. Faltaron los recursos y el acierto en las operaciones, hasta el punto de que todo se resolvió con un estrepitoso fracaso que sirvió para incrementar el mito de Cabrera.