Cárcel vieja
El calabozo de Tronchón está situado en la plaza principal de la localidad. Es el único ejemplo en la comarca ubicado en un edificio exento, realizado con ese fin. En la entrada un arco conopial señala las armas de la localidad, conformadas únicamente por un castillo en el momento de su construcción. Es el escudo más antiguo que se conserva de Tronchón. El arco conopial y la bóveda de medio cañón construida en piedra sillar nos lleva a una cronología medieval, así como su doble puerta: la primera reforzada con chapa de hierro y la segunda de madera, que era descolgada desde el superior cuerpo de guardia.
En el interior el suelo es la propia roca sobre la que está asentado el edificio y no tiene ningún vano por donde ver la luz. Al fondo, conserva la pesada cadena de hierro aferrada a la pared para limitar los movimientos de los presos.
En esas condiciones tan lúgubres, algunos presos tuvieron con qué calentarse, por lo que los muros y bóvedas se cubrieron de hollín. El carbón resultante, junto a piedras y otras improvisadas herramientas, permitió a los presos dibujar numerosísimos símbolos de su cautiverio. Manos, aves, caballerías, construcciones, elementos religiosos o una buena colección de armas de fuego, nos descubren la condición y aspiraciones de los que fueron apresados en el lugar.
Cárcel nueva
Tronchón contaba con otra cárcel de construcción posterior, la cárcel nueva, situada en el collado, al lado de la fuente y lavadero. De ella queda el edificio, de dos plantas, con puerta adovelada de arco de medio punto.
La existencia de cárceles, para encerrar a los delincuentes, fue habitual en todas las poblaciones de las Bailías, al disfrutar en Aragón los comendadores y bailíos de la Orden del Temple de la plena jurisdicción civil y criminal en sus territorios.