Allepuz podría ser el prototipo de pequeña población periférica envuelta en una dinámica de guerra cada vez más exigente. Situada en un punto de transición entre el Maestrazgo y el valle del Alfambra, esta localidad no ocupaba un enclave estratégico. Pese a ello, sus habitantes vivieron los ecos de acontecimientos militares tan importantes, como la Expedición Real en 1837, el sitio sobre Morella en 1838 o el asalto final del ejército liberal sobre las capitales del Maestrazgo en 1840.
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