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Bordón

Punto de apoyo

Punto de apoyo

Bordón fue un punto de apoyo carlista al abrigo de los principales enclaves fortificados del territorio rebelde. Al principio sirvió como punto de concentración de pedidos carlistas exigidos a los ayuntamientos de la zona y en él se instaló un hospital para el restablecimiento de los heridos de las tropas rebeldes.
En su término municipal fue asaltado por Llagostera un convoy liberal en febrero de 1837 que conducía el marqués de Palacio entre Cantavieja y Calanda.

© José Luis Cano

El indulto de Bordón

Columnas y convoyes

Asalto a la columna liberal

Luco de Bordón

A comienzos de mayo de 1836, Ramón Cabrera se encontraba en Bordón. Por su cabeza pasaba dar un paso importante y establecerse de manera permanente en Cantavieja.

La guerra trajo al Maestrazgo una actividad frenética. Constantemente iban, de un lado para otro, convoyes que trasladaban víveres, forrajes, equipos militares y todo tipo de efectos necesarios para la guerra.

En febrero de 1837 el jefe carlista Llagostera, conocido por sus enemigos como «La Langosta», por su voracidad recaudadora, tuvo noticia de que una columna liberal descendía desde Cantavieja a Alcañiz y se decidió a interceptarla.

En el otoño de 1839, el Maestrazgo comenzó a notar los efectos del Convenio de Vergara y el fin de la guerra carlista en el frente norte. Las tropas de Espartero se trasladaron al Bajo Aragón y comenzaron a hostilizar el territorio de Cabrera.

Para mostrar su control sobre la situación y sobre el territorio ofreció un indulto a todos los soldados y empleados isabelinos que se presentaran entregando su armamento y vestuario. A los oficiales les dio la oportunidad de incorporarse al ejército carlista y prometió a los quintos que les sería descontada la mitad del tiempo que les quedara todavía por servir como reclutas.

También era recorrido por grupos de hombres armados. Al comienzo eran pequeñas partidas lideradas por un cabecilla que guiaba los pasos de los rebeldes de un pueblo a otro. Más tarde unidades algo más organizadas del ejército carlista. Esto no fue obstáculo para que las columnas liberales disputaran el mismo terreno llegando en ocasiones hasta el corazón del territorio rebelde, como el general San Miguel en Cantavieja, o el general Oráa en Fortanete.

Lo hizo junto a Bordón, como dice el parte, aprovechando «lo escabroso del terreno por donde caminaba». Lanzándose sobre el enemigo consiguió dispersarlo hasta que se recompuso el combate en torno al paraje de Peñacortada. Según los carlistas, los enemigos tuvieron 11 muertos y numerosos heridos, además de perder tres bagajes con equipajes de oficiales y efectos de campaña, y solo 5 heridos de su parte.

En Bordón y Luco de Bordón, después de mucho tiempo bajo control carlista, pudo verse transitar las primeras tropas liberales en el territorio. Los carlistas las acosaron cuanto pudieron para demostrar que en su ejército «no había Marotos, Urbiztondos y Cabañeros», es decir, partidarios de la paz. Atacados en las inmediaciones de Bordón, obligaron a los liberales a retirarse a posiciones más seguras en el llano como Aguaviva.

Las familias vieron mermada su fuerza de trabajo a causa del reclutamiento de varones para la guerra.
Las familias vieron mermada su fuerza de trabajo a causa del reclutamiento de varones para la guerra.
Con la guerra se produjo un continuo ir y venir de soldados y mercancías por los caminos del Maestrazgo.
Con la guerra se produjo un continuo ir y venir de soldados y mercancías por los caminos del Maestrazgo.
Luis Llagostera, había combatido durante el Trienio liberal a las órdenes del barón de Eroles.
Luis Llagostera, había combatido durante el Trienio liberal a las órdenes del barón de Eroles.
La paz sellada en el norte con el Abrazo de Vergara, en agosto de 1839, atrajo sobre el Maestrazgo a todo el ejército liberal.
La paz sellada en el norte con el Abrazo de Vergara, en agosto de 1839, atrajo sobre el Maestrazgo a todo el ejército liberal.

El indulto de Bordón

A comienzos de mayo de 1836, Ramón Cabrera se encontraba en Bordón. Por su cabeza pasaba dar un paso importante y establecerse de manera permanente en Cantavieja.

Para mostrar su control sobre la situación y sobre el territorio ofreció un indulto a todos los soldados y empleados isabelinos que se presentaran entregando su armamento y vestuario. A los oficiales les dio la oportunidad de incorporarse al ejército carlista y prometió a los quintos que les sería descontada la mitad del tiempo que les quedara todavía por servir como reclutas.

Las familias vieron mermada su fuerza de trabajo a causa del reclutamiento de varones para la guerra.
Las familias vieron mermada su fuerza de trabajo a causa del reclutamiento de varones para la guerra.

Columnas y convoyes

La guerra trajo al Maestrazgo una actividad frenética. Constantemente iban, de un lado para otro, convoyes que trasladaban víveres, forrajes, equipos militares y todo tipo de efectos necesarios para la guerra.

También era recorrido por grupos de hombres armados. Al comienzo eran pequeñas partidas lideradas por un cabecilla que guiaba los pasos de los rebeldes de un pueblo a otro. Más tarde unidades algo más organizadas del ejército carlista. Esto no fue obstáculo para que las columnas liberales disputaran el mismo terreno llegando en ocasiones hasta el corazón del territorio rebelde, como el general San Miguel en Cantavieja, o el general Oráa en Fortanete.

Con la guerra se produjo un continuo ir y venir de soldados y mercancías por los caminos del Maestrazgo.
Con la guerra se produjo un continuo ir y venir de soldados y mercancías por los caminos del Maestrazgo.

Asalto a la columna liberal

En febrero de 1837 el jefe carlista Llagostera, conocido por sus enemigos como «La Langosta», por su voracidad recaudadora, tuvo noticia de que una columna liberal descendía desde Cantavieja a Alcañiz y se decidió a interceptarla.

Lo hizo junto a Bordón, como dice el parte, aprovechando «lo escabroso del terreno por donde caminaba». Lanzándose sobre el enemigo consiguió dispersarlo hasta que se recompuso el combate en torno al paraje de Peñacortada. Según los carlistas, los enemigos tuvieron 11 muertos y numerosos heridos, además de perder tres bagajes con equipajes de oficiales y efectos de campaña, y solo 5 heridos de su parte.

Luis Llagostera, había combatido durante el Trienio liberal a las órdenes del barón de Eroles.
Luis Llagostera, había combatido durante el Trienio liberal a las órdenes del barón de Eroles.

Luco de Bordón

En el otoño de 1839, el Maestrazgo comenzó a notar los efectos del Convenio de Vergara y el fin de la guerra carlista en el frente norte. Las tropas de Espartero se trasladaron al Bajo Aragón y comenzaron a hostilizar el territorio de Cabrera.

En Bordón y Luco de Bordón, después de mucho tiempo bajo control carlista, pudo verse transitar las primeras tropas liberales en el territorio. Los carlistas las acosaron cuanto pudieron para demostrar que en su ejército «no había Marotos, Urbiztondos y Cabañeros», es decir, partidarios de la paz. Atacados en las inmediaciones de Bordón, obligaron a los liberales a retirarse a posiciones más seguras en el llano como Aguaviva.

La paz sellada en el norte con el Abrazo de Vergara, en agosto de 1839, atrajo sobre el Maestrazgo a todo el ejército liberal.
La paz sellada en el norte con el Abrazo de Vergara, en agosto de 1839, atrajo sobre el Maestrazgo a todo el ejército liberal.