Sin duda, otro de los momentos que han marcado profundamente la historia del Maestrazgo fueron las guerras carlistas del siglo XIX. Los hechos acaecidos en este territorio lo llevaron hasta la primera plana de la prensa nacional.
La Primera Guerra Carlista estalló en 1833. Enfrentó a los partidarios del pretendiente don Carlos, defensores del absolutismo, contra el gobierno de la reina María Cristina. Pasados los primeros momentos, los principales focos de resistencia carlista del país fueron el País Vasco y el Maestrazgo. Aquí habían llegado las partidas rebeldes huyendo de las columnas liberales. Buscando el abrigo de las montañas, y exigiendo alimento e información en los pueblos que, indefensos, abandonaron cualquier esperanza de resistencia.
Tan pronto como Ramón Cabrera se hizo con el mando de las tropas carlistas, comenzó a reorganizar el ejército. Poco después, se sintió con fuerzas para establecerse en una población y convertirla en su capital. Eligió Cantavieja, y en ella puso a funcionar todo lo indispensable para la administración de su ejército: estableció almacenes de víveres, depósito de prisioneros y comenzó a editar un periódico.
Cuando en 1837 llegó el ejército carlista del Norte, con el pretendiente Carlos V a la cabeza, fue un momento culminante en el que Cabrera demostró la solidez de su poder en el Maestrazgo. A partir ahí fortificará muchas poblaciones y extenderá control hacia el valle del Ebro y hasta la huerta valenciana. En Mirambel se instalará una Junta carlista que respaldaba a Ramón Cabrera “El Tigre del Maestrazgo” en labores de gobierno.
Sólo el final de la guerra en el Norte y la concentración de todos los efectivos sobre el Maestrazgo a las órdenes del general Espartero acabará con dominio carlista en la zona. Será en la primavera de 1840, tras vencer la resistencia ofrecida por la fortaleza de Cantavieja y, sobre todo, la de Castellote.
El estallido de la Tercera Guerra Carlista reavivará la guerra en el Maestrazgo en el año 1872. Nuevos jefes como Manuel Marco y Rodrigo o Pascual Cucala ligaron sus nombres a las acciones desarrolladas en la zona. En agosto de 1873 Cantavieja caerá de nuevo en manos de los carlistas y volverá a desempeñar el papel de capital insurreccional de la zona. Hacia el final de la guerra, el prestigioso general Antonio Dorregaray se hará cargo del mando, pero en julio de 1875 Cantavieja cede el avance de las tropas del general Jovellar.
Por los hechos acaecidos durante esta época en la zona, Pío Baroja en su obra La venta de Mirambel, calificó al Maestrazgo de “país de guerrilleros”.
Para saber más, no dejes de visitar el Museo de las Guerras Carlistas de Cantavieja. También puedes conocer varios escenarios carlistas a través de diversas rutas en Fortanete.
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